Ana, el mago y el aprendiz
El Mago Sotolongo
(Pietro Sibille), cuya edad es indefinida, aunque asegura tener mil años,
recorre el mundo en búsqueda de seres humanos con vacíos en el alma. Junto con su
aprendiz, Luis (Claudia Del Águila), emprenden una vez más su viaje: (sobre)vivir
un día más. El Mago no puede ocultar el orgullo que ha cosechado con grandes
trucos y artificios para negociar el alimento del espíritu con ilusión a cambio
de llenar el estómago; y, a su vez, Luis, el parlanchín aprendiz, busca el
conocimiento para alcanzar la sabiduría de su maestro. Y es exactamente durante
una lección donde Ana se manifiesta. Ella busca respuestas sobre la muerte de
su esposo, y el único medio que posee es una carta brevísima. ¿Qué ocurre con
aquellos que desaparecen y qué sucede cuando no nos hemos despedido dignamente?
La obra combina
magia y realismo en un contexto donde el alimento, tanto físico como espiritual,
escasea. Los diálogos, bastante dinámicos e irónicos, se manifiestan a lo largo de la obra, mediante varias citas,
entre ellas filosóficas y otras con tono de cierta palabrería de literatura efectista,
quizá, característica del oficio del personaje principal.
Respecto a
la actuación, sin duda, Pietro es la columna vertebral –más allá de su rol protagónico-
en cuanto a los cambios de energía y los recursos escénicos. Reparte y colabora
con las reacciones de sus dos acompañantes, lo que lo hace sostener la obra de
inicio a fin. Luis, interpretado por Claudia Del Águila, se manifiesta mucho
más caricaturizado, dentro de la increíble intromisión y torpeza del personaje,
se entrevé algún tipo de protección de la inocencia de éste; es decir, se tiende
a vigilar el grado de infantilismo más que la exploración y el hecho de “abrir
los ojos”. Kareen Spano, radiante y con plena seguridad en el escenario, asume
un rol frágil, quebradizo y hasta de espectadora ideal, acorde a su personaje; garantiza
el quiebre de la fantasía con la realidad, aunque ella también llegue a hacerse
ilusión.
La
escenografía y la propuesta escénica nace desde dentro: una maleta, un par de
cajas que se convierten favorablemente en lo que demandan las escenas; al igual
que la luz y la música. La vestimenta deja sumergirse en un mundo mágico y habitable
en nuestra imaginación. Por otra parte, el espejo, como un umbral, se
transforma en parte de la realidad que, en su momento, la imaginación podría
dejar de exigir.
Ana, el mago y el aprendiz componen una constante batalla
en lo que se necesita para calmar nuestra sed. ¿Solo basta el pan para llenar
el estómago? ¿Cómo se hace para ver sólo lo que habíamos imaginado? ¿Qué es la
ilusión? ¿Podemos vivir de ella? ¿Para qué nos sirve al final de todo? Descúbrelo
o reafírmalo disfrutando de la obra.
FICHA
TÉCNICA
Ana, el mago
y el aprendiz, de Arístides Vargas.
Dirección: Michael Joan.
Elenco: Pietro Sibille, Kareen Spano y Claudia del Águila
Lugar: Centro Cultural El Olivar (Ca. La República
455, San Isidro).
Las funciones van de jueves a domingo a las 8:00 p.m.
Temporada: Del 7 al 31 de mayo.
Entradas: General S/. 40, Estudiante S/. 20, Jueves
popular S/. 30, en Teleticket y en la boletería del teatro.
Para recibir información sobre la temporada o sobre
descuentos para la venta de funciones escribir a lavalecultura@outlook.com o llamar a 994-097758.
Christian Saldívar
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